Quinto uno: La cabeza de Pulgarcita
1.- La cabeza de pulgarcita
*1. Nombre completo
En su Leyenda dorada, Jacques de Voragine cuenta que en el siglo de las persecuciones ordenadas por el emperador Domiciano ocurre en Lutecia un milagro. El ejército romano detiene allí a Denis, elegido obispo por los primeros cristianos de París.
Encarcelado, luego torturado en la isla de la Cité, se lo condena a ser decapitado en la cima de una colina que se llamará Montmartre,
Haragana, la soldadesca renuncia a subir tan alto y ejecuta la víctima a medio camino. La cabeza del obispo rueda por la tierra. ¡Horror! Despegada, Dionisio se repone, recoge su cabeza y, manteniéndola en sus manos, continúa subiendo la pendiente. ¡Milagro! Aterrorizada la legión huye, El autor añade que Dionisio hizo una pausa para lavar su cabeza en una fuente, y que prosiguió su ruta hasta la actual Saint-Denis. Hele pues canonizado.
Pulgarcita abre su computador. Sí no recuerda esta leyenda, sin embargo considera que tiene ante sí y en sus manos su propia cabeza, bien llena en razón de la enorme reserva de informaciones, pero también bien hecha, puesto que motores de búsqueda allí activan (a su antojo) textos e imágenes, y porque (mejor aún) diez programas pueden en él tratar innumerables datos, más rápido de lo que ella lo podría hacer. Sostienen allí, fuera de sí, su cognición antaño interna, como san Denis tuvo su cabeza fuera de su cuello. ¿Se imagina a Pulgarcita decapitada? ¿Milagro?
Recientemente, todos nos hemos vuelto San Denis.
Nuestra cabeza inteligente salió de nuestra cabeza ósea y neuronal. En efecto, en nuestras manos el portátil contiene y hace funcionar lo que antiguamente llamábamos nuestras "facultades"; una memoria, mil veces más poderosa que la nuestra; una imaginación, adornada de millones de íconos, una razón también, puesto que tantos programas pueden llegar a resolver cien problemas que no hubiéramos resuelto solos. Nuestra cabeza está eyectada ante nosotros, en esta caja cognitiva objetivada.
Pasada la decapitación, ¿qué nos queda sobre los hombros? La intuición innovadora y vivaz. Caída en la caja, el aprendizaje nos deja la alegría incandescente de inventar. Fuego; ¿estamos condenados a volvernos inteligentes?
Cuando apareció la imprenta, Montaigne prefirió -ya lo he dicho- una cabeza bien hecha a un saber acumulado, puesto que ese cúmulo, ya objetivado, yacía en el libro, en los estantes de su biblioteca; antes de Gutenberg, se necesitaba saber de memoria a Tucídides y a Tácito si se interesaba en la historia, a Aristóteles y a los mecánicos griegos si uno se dedicaba a la física, a Demóstenes y Quintiliano si se quería destacar en arte oratoria ... por tanto había que tener llena la cabeza. Economía; acordarse en qué lugar del estante de la biblioteca está el volumen es menos costoso en memoria que recordar todo su contenido. Y Una nueva economía, radical esta vez: nadie tiene ni siquiera necesidad de recordar el lugar, un motor de búsqueda se encarga de ello.
De acá en adelante, la cabeza descabezada de Pulgarcita difiere de las viejas, mejor hechas que llenas. No teniendo ya que trabajar, duro para aprender el saber, puesto que ahí está, echado ahí ante ella, objetivo, colectado, colectivo, conectado, accesible a voluntad, diez veces visto y revisado y controlado, ella puede girarse hacia el muñón de ausencia que sobrevuela su cuello cortado. Por allí pasan el aire, el viento, mejor: esa luz que pintaba Bonnat, el pintor bombero, cuando dibujó el milagro de san Dionisio en las paredes “de la iglesia” del Panteón, en París, Allí reside el nuevo genio, la inteligencia inventiva, una auténtica subjetividad cognitiva; la originalidad de la chica se refugia en ese vacío translúcido, bajo esa bonita brisa. Conocimiento al costo casi nulo, difícil sin embargo de captar.
¿Celebra Pulgarcita el fin de la era del saber?
2. La expresión “...Si no recuerda esta leyenda, sin embargo considera que tiene ante sí y en sus manos su propia cabeza...” puede ser interpretada como que:
3. ¿Quién es “Denis”?
4. Qué se puede inferir de la pregunta: “¿Celebra Pulgarcita el fin de la era del saber?"
5. En el texto, ¿Qué es Saint-Denis?
6. La intención comunicativa del texto es:
7. Cómo respondería usted la pregunta ¿Celebra pulgarcita el fin de la era del saber?
 
 
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